Salud en Casa.- El Accidente Cerebrovascular es una emergencia médica que durante muchos años ha afectado a múltiples personas a nivel global. Este 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del también llamado infarto cerebral o ictus.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ACV representa la segunda causa de muerte alrededor del mundo, y la primera de discapacidad entre los adultos.
Este, también conocido como infarto cerebral o ictus, es particularmente peligroso, pues en muchas ocasiones puede ocasionar la muerte y en una gran parte de los pacientes que sobreviven a este, sufren secuelas físicas y mentales que los limitan a cumplir con normalidad, sus actividades cotidianas.
A modo de obtener más información acerca de este, Dr. Óscar Aguirre Zurita, Cardiólogo del Instituto Nacional Cardiovascular (INCOR), responde algunas preguntas relacionadas al tema.
EL accidente cerebrovascular (ACV), más conocido como “derrame cerebral” es una enfermedad de inicio súbito que compromete la integridad del cerebro y por lo tanto sus funciones, las cuales se ven reflejadas en pérdida de la actividad motora o del movimiento de alguna parte del cuerpo, también puede comprometer funciones superiores como el habla, la memoria, la comprensión, la vista, el equilibrio entre otras funciones más. Puede presentarse de 2 maneras principalmente: Como Hemorragia cerebral debido a la rotura de alguna arteria del cerebro o como un Infarto cerebral que generalmente es ocasionado por la obstrucción de una arteria cerebral. Los síntomas pueden ser transitorios (menos de 24 horas) o persistentes y pueden variar desde inestabilidad a la marcha, problemas para hablar o entender ideas hasta la parálisis de la mitad del cuerpo e incluso la muerte súbita.
La mayor frecuencia se observa en pacientes adultos (mayores de 35 años) debido a la mayor asociación con otras enfermedades como la Presión o el colesterol elevado, o la diabetes. Sin embargo, también se describen otras causas de ACV que pueden presentarse en menores de 35 años pero la frecuencia es hasta 30 veces menor.
Constituye la 2da causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares. El riesgo de muerte puede variar entre un 5 a 8 %, pero durante la hospitalización puede incrementarse hasta un 20% de mortalidad. Los pacientes con mayor riesgo de muerte son los adultos mayores (más de 70 años) y los que presentan Hemorragia cerebral. Sin embargo, un riesgo que podría ser considerado peor que la muerte es el grado de discapacidad que resulta en la afectación no solo del paciente sino de la familia y entorno que lo rodea. El ACV es una enfermedad muy incapacitante, la escala que mide este desenlace es la llamada Escala de Rankin que mide los grados de discapacidad leve, moderada y severa. Los pacientes con ACV tienen en 40-50% una discapacidad moderada a severa lo que significa que no pueden realizar actividades de vida rutinaria, por lo que se vuelven dependientes de otra persona generando frustración, ansiedad y depresión en el núcleo familiar.
El Perú como país en vía de desarrollo, tiene una tendencia ascendente en la incidencia de ACV, debido al escaso control que se ejerce sobre los factores predisponentes, investigaciones nacionales revelan que se producen más de 12 mil ACV al año, principalmente en varones y en mayores de 35 años. El subtipo más frecuente es el ACV isquémico (también llamado Infarto cerebral), el cual tiene una frecuencia que supera los 5000 casos nuevos por año, lo que equivale a decir que existen 13 nuevos casos de ACV por día.
La secuela más frecuente es la motora, se produce una parálisis de la mitad del cuerpo que impide que el paciente se desplace o que realice actividades rutinarias mínimas, este problema motor puede afectar la deglución obligando al paciente a recibir su nutrición mediante sondas o catéteres, asimismo afecta los esfínteres por lo que no pueden realizar sus necesidades básicas en forma independiente, obligando al familiar o a un cuidador a que esté permanentemente pendiente de él.
Otras discapacidades menos evidentes, pero igual de limitantes son la dificultad en el habla, o la pérdida de la capacidad de entendimiento (llamadas Afasias) que llevan al paciente a un aislamiento progresivo puesto que pierde la esencia de socialización de todo ser humano, finalmente desencadenando frustración, ansiedad y depresión.
La base de todo tratamiento es mejorar los hábitos y estilos de vida, es decir reducir consumo de harinas y grasas, hacer ejercicio regularmente, dormir al menos 7 horas ininterrumpidas, pero sin duda alguna se requiere obligatoriamente acudir con su médico tratante para recibir terapia farmacológica que normalice los niveles de colesterol, para mantener los niveles de presión arterial dentro de valores óptimos y para recibir terapia antidiabética con fármacos que además de bajar niveles de glucosa tienen demostrado efecto cardio y neuroprotector, es decir que reducen el riesgo de muerte cardiovascular y el riesgo de ACV. No olvidar que si se confirma que tiene la arritmia llamada Fibrilación atrial debe acudir con su cardiólogo a fin de evitar la formación y/o desprendimiento de coágulos cardiacos hacia la circulación cerebral