Salud en Casa.- Se estima que, para 2050, el número de personas con demencia se triplicará, llegando a 139 millones. según la Organización Mundial de la Salud. Es por ello que la alimentación es clave para la salud cerebral y la prevención del Alzheimer, ya que los hábitos alimenticios pueden reducir la inflamación y el estrés oxidativo, factores que contribuyen al desarrollo de esta enfermedad.
Estudios han demostrado que ciertos compuestos naturales, como el resveratrol y la curcumina, presentes en alimentos de origen vegetal, poseen propiedades neuroprotectoras y antiinflamatorias. Estas sustancias han mostrado efectos positivos en estudios in vivo e in vitro, desacelerando la progresión del Alzheimer y mejorando el estado del cerebro.
Bajo ese contexto, Karen Quiroz, Directora de la Carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad de Le Cordon Bleu recomienda alimentos que fomentan la salud cerebral y reducen el riesgo de esta enfermedad:
1. Frutas y verduras: Ricas en antioxidantes, vitaminas y minerales, ayudan a combatir el estrés oxidativo y mantener el cerebro en óptimas condiciones.
2. Pescados grasos: Salmón, sardina y otros pescados ricos en ácidos grasos omega-3 son fundamentales para la salud cerebral debido a sus propiedades antiinflamatorias.
3. Nueces y semillas: Son fuentes de grasas saludables y antioxidantes que promueven la función cognitiva.
4. Granos enteros: Su alto contenido en fibra ayuda a reducir la inflamación y promueve una mejor salud en general.
5. Aceite de oliva: Rico en grasas monoinsaturadas, es un alimento básico en la dieta mediterránea, que se asocia con un menor riesgo de deterioro cognitivo.
Adicionalmente, para reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, se deben evitar alimentos con azúcares añadidos, carbohidratos refinados, grasas trans y saturadas, y limitar el consumo de alcohol. Estos factores promueven la inflamación y afectan negativamente la salud cerebral. Además, una dieta pobre en nutrientes esenciales perjudica la función cognitiva.
Karen Quiroz indica que los hábitos alimenticios formados en la infancia y juventud son fundamentales para la salud cerebral a largo plazo, ya que el cerebro en desarrollo necesita nutrientes específicos para funcionar adecuadamente. Una dieta balanceada desde temprana edad no solo disminuye el riesgo de enfermedades crónicas, sino que también ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas en la adultez.
‘’La prevención del Alzheimer no depende únicamente de la alimentación, requiere también de una actividad física, estimulación cognitiva y manejo del estrés. Adoptar un estilo de vida activo y equilibrado es clave para reducir el riesgo y mantener la salud cerebral a largo plazo’’, finaliza la especialista.