Agencia Andina.- Tras su sonrisa de ganador, nadie imaginaría que Melecio Mayta alguna vez pensó en suicidarse. Es un sobreviviente de la tuberculosis (TB): a los 19 años ella le dio el primer golpe y Melecio cumplió con los seis meses de tratamiento que le obligaba a tomar 11 pastillas diarias. La pesadilla de la TB volvió a los 24 años, cuando estudiaba aviación comercial.
Otra vez las toses. Esta vez, sus pulmones “lloraban” sangre que le salía por la boca. Agotado de exámenes y consultas médicas que no daban con su diagnóstico, llegó a un hospital de Lima, donde un doctor –cuyo apellido se reserva– le dijo “lo tuyo no tiene solución, ni tratamiento. Probablemente mueras como el pescado cuando lo sacan del agua y no puede respirar.”
Destruido y sobre un puente, pensó acabar con su vida, pero no lo hizo. Buscó una segunda oportunidad y la encontró en el quirófano de una clínica privada.
Cirugías de tórax
Catorce años después, un hospital público de Lima ofrecerá a los pacientes la posibilidad de luchar contra la TB como lo hizo él.
“Un grupo de pacientes con TB espera una cirugía de tórax. De acuerdo con la data internacional, entre 5% y 10% la necesitan para mejorar su tratamiento”, dice el doctor Leonid Lecca, director de Socios En Salud (Partners in Health) en el Perú. La entidad coordina la construcción del centro quirúrgico dentro del hospital Hipólito Unanue, en El Agustino.
“Trabajamos con la Coordinadora Nacional de Salud (Conamusa) y la Dirección Nacional de Programa de TB para que sea una realidad”. El espacio empezará a funcionar en medio año.
Lecca, cuya institución trabaja con la Universidad de Harvard, explica que la TB es como un Pac-Man “que se come los pulmones”. En su avance produce cavernas, huecos, donde el antibiótico no llega, generando en algunos casos peores versiones de la enfermedad, como la tuberculosis multirresistente a los fármacos o MDR-TB.
En la actualidad, más de 30,000 personas tienen TB en el Perú. De ellas, alrededor de 4,700 son menores de edad. La mayoría presenta la TB de tipo sensible, que puede curarse en seis meses.Un porcentaje menor lucha contra versiones más agresivas, como la MDR, cuyo porcentaje es el mayor de toda la región, por encima incluso de Brasil. Y Lima concentra el 70% de los casos agudos.
La Organización Mundial de la Salud -indica Lecca- estima que en el Perú existen 2,300 casos de MDR. De ellos, 1,457 han sido confirmados por laboratorio.
“El gran miedo al contagio fue la principal razón para suspender las intervenciones al pulmón infectado con TB. No todos cumplían con las normas de bioseguridad”, comenta el médico Dante Vargas, del hospital Hipólito Unanue.
Su centro médico tiene una gran especialización en el tratamiento de la enfermedad desde 1949, cuando se convirtió en el mayor albergue del país para pacientes con TB considerados incurables e inadmisibles en otros lugares. Entre 1995 y 2007, dicho hospital realizó 300 operaciones a tórax.
“Hay una gran cantidad de micobacterios que producen el TB y otros que no. Algunos se encuentran en el agua, los objetos, entran al cuerpo y no hacen daño. Pero hay cepas muy peligrosas cuyo porcentaje está creciendo”, advierte el especialista.
El hospital Unanue atiende a 360,000 personas mayores de 15 años al año. Y cada año diagnostica 900 casos nuevos de TB. Solo el día de la entrevista se atendió a 12 personas, todas con MDR-TB. La mitad de las personas no sabe cómo ni quién los contagió.
El karateca que tose
Mide 1.84 metros y pesa 92 kilos. Los años cuando vestía con gloria el traje de karateca no parecen muy lejanos. Era un estudiante destacado en la Facultad de Comunicaciones de la universidad privada más importante del Perú. Su vida marcaba una trayectoria que solo podía dirigirse hacia el éxito. Hasta aquella mañana en que empezó a toser y vomitar sangre.
Gracias a la beca que tenía como deportista fue a una reconocida clínica de la capital, donde no fue aceptado. Era 2004. Por contactos familiares logró ingresar a otra. Dado de alta, regresó a los entrenamientos. En una prueba de rutina en la universidad, la trayectoria de su vida hizo un quiebre inesperado. Tenía tuberculosis y fue expulsado. El miedo al contagio fue letal.
Henry González recuerda con tristeza e ironía cuando la TB se cruzó en su camino: de ejercitarse con el entrenador de la selección nacional de karate y codearse con los mejores de esa disciplina, pasó a la invisibilidad y al rechazo. Fue expulsado de la universidad.
“Hay una enorme discriminación para los que padecemos la TB”, dice. Discriminación que esa enfermedad no hace: la TB afecta a personas en situación de vulnerabilidad, sean pobres o no.
“Durante 18 meses tomé 25 pastillas diarias. Solo los domingos y feriados no me ponían la inyección. ¿Te imaginas recibir 320 inyecciones en un año? Fue un infierno”.
Apoyado en sus ganas de regresar al mundo del que había sido echado y la intervención de su médico de cabecera, César Bonilla, -en ese entonces jefe del plan nacional contra la TB- pudo terminar su profesión años después.
Henry no olvida cuando este llamó al médico de la universidad para advertirle sobre el error que estaba cometiendo al no permitir su retorno a clases pese a recibir un tratamiento y dar negativo en los controles del bacilo de Kosh. La amenaza con llevar el caso a la prensa aflojó la discriminación y la ignorancia que rodea a la enfermedad.
Genera más pobreza
“Lo importante es entender que si una persona toma losantibióticos correctos ya no contagia. Por eso hay que trabajar para que las personas se curen”, afirma Salman Keshavjee, director del centro de salud global de la Escuela de Medicina de Harvard.
No obstante que existe tratamiento para la enfermedad desde 1948, el mayor reto para los enfermos en el mundo es cumplir el tratamiento: porque a mayor complejidad del caso, mayor número de fármacos y más deserciones.
De los 14, 000 nuevos casos de TB en el Perú en el 2015, el 87% se curaron. De los casos de TB multirresistente que iniciaron tratamiento “de segunda línea” en el 2014, apenas el 34% lo están cumpliendo.
“La tuberculosis es actualmente la enfermedad que mata al mayor número de adultos en el mundo. Cada año, cerca de 10 millones de personas se enferman de TB y 2 millones mueren por su causa. Y cada año también se enferma un millón de niños”, detalla preocupado Keshavjee.
Para el experto es importante que las autoridades hablen de la infección y cómo prevenirla; de lo contrario, generará más pobreza al país (los pacientes no pueden trabajar) además de estigmas y mucho sufrimiento.
“No es para que la gente tenga miedo, pero la TB es una enfermedad que se transmite por el aire. Es un bacilo que se inhala. Puede contagiarse en el mercado, en el ómnibus, estando en cualquier lugar donde no haya buena ventilación”.
De acuerdo a diversas investigaciones, un tercio de la población mundial está infectada con el Bacilo de Koch, pero solo un porcentaje desarrolla la enfermedad y presenta los síntomas que delatan a la TB: tos por más de 15 días, sudoración excesiva, pérdida de peso, entre otras.
¿Qué ocurre con aquellos que han sido infectados y no desarrollan la enfermedad? Tienen el bacilo dentro y solo bastará que bajen sus defensas inmunológicas para que la TB se exprese. Eso puede ocurrir incluso muchos años después del contagio.
Tras destacar que el Perú tiene uno de los mejores programas de TB en el mundo, Keshavjee sugiera que se desarrolle un programa de profilaxis (tratamiento preventivo) para quienes se exponen al bacilo y aún no han desarrollado la TB. Es la forma cómo en el primer mundo controlan la enfermedad.
“Déjense ayudar”
“Pedimos al Ministerio de Salud que se deje ayudar”, pide Rafael Álvarez, alcalde de Carabayllo, distrito con 302,000 habitantes y que junto a Socios en Salud ha implementado Zero TB, un programa para luchar contra la TB.
Apoyado en el trabajo de agentes comunitarios, ha logrado incrementar la adherencia a los tratamientos, algunos tan fuertes que afectan la salud mental de los pacientes. No registran ningún fallecido desde que comenzaron en 2015.
“Hay un medicamento nuevo para la TB, con menos efectos secundarios, que Socios en Salud está comprando y hasta ahora no cuenta con autorización para entrar al Perú. Han pasado dos años y nada. Cuando digo que se dejen apoyar es que otorguen el certificado para ayudar a más personas”.
Exhorta a otros burgomaestres “a comerse el pleito y no cerrar los ojos ante una realidad que sigue creciendo”. Luchar contra la TB, dice, no es un asunto solo del Ministerio de Salud, porque el poblador cuando tiene un problema la primera puerta que toca es su municipalidad.
Trabajo multisectorial
La representante nacional de los enfermos de TB en el Perú, Fabiola Rojas, pide un trabajo multisectorial para enfrentar la enfermedad.
Tras haber superado una TB MDR, ella se siente ilusionada con la próxima sala de operaciones de tórax del hospital Hipólito Unanue, la cual solicita exista en todo el país. Su organización reúne pacientes de Villa María del Triunfo, San Juan de Lurigancho, Villa El Salvador, Huaycán, La Victoria, San Martín, Trujillo, Iquitos, Chimbote y Piura.
“Hay mucho por hacer. Necesitamos que se mejoren los tratamientos y no se afecten los derechos de los enfermos de TB. Es fundamental optimizar las condiciones de vida de las personas, sobre todo de los diabéticos, las personas con VIH, los que tienen un bajo sistema inmunológico”.
El Estado peruano, además de ofrecer gratuitamente lostratamientos para los distintos tipos de TB, entrega, a través de los municipios, una canasta de víveres para mejorar la alimentación de los pacientes.
“En nuestras charlas veo cada vez más gente joven que ya está enferma. Es fundamental que se invierta en la detección de nuevos casos, se rompa el silencio y la discriminación, para que la gente busque ayude y comience el tratamiento de inmediato”, comenta Fabiola.
Pide capacitar de manera urgente al personal de salud para que mejore su trato a los pacientes, quienes libran ya una dura batalla para vencer la enfermedad.
Cultura de prevención
En la tuberculosis, lo que mata es “la indiferencia y el olvido”, afirma el doctor Lecca.
“A nadie le gusta decir yo tengo tuberculosis. Hay mucha vergüenza y estigma alrededor, pero también desconocimiento. He tenido reuniones con empresarios y muchos me han dicho yo pensé que esa enfermedad estaba eliminada", indica.
Destaca que cualquiera está expuesto a la enfermedad, no solo las personas de estratos económicos bajos.
“Tenemos personas de estratos sociales altos que nos piden apoyo y no saben cómo se enfermaron. Puede ser la discoteca, la universidad, una reunión social”.
Refiere que se debe trabajar en una cultura de prevención, en saber que esta enfermedad se trasmite por el aire, que los rayos del sol matan al germen y que una buena alimentación es clave para no enfermar, un aspecto que muchos jóvenes están dejando de lado en su camino por mantener un peso bajo.
Los tocados por la TB cambian para siempre. Melecio Mayta es ahora director de la Asociación de Personas Afectadas por Tuberculosis del Perú (ASPAT-PERU). Desde ahí promueve lamejor calidad de vida de los pacientes.
Henry es un empresario convertido en motivador. Ayuda a otros a no dejar el duro tratamiento. Incluso lo ha hecho en la clínica donde no lo recibieron cuando se expresó su enfermedad.
Fabiola, por su parte, está decidida a cambiar la historia de muchos. Ha empezado a estudiar leyes. La sede de su universidad está irónicamente frente al Ministerio de Salud. Ella dice que para no olvidar su causa, que resume en asegurar el derecho a la salud y una buena calidad de vida para todos, especialmente del grupo humano al que representa.