Agencia Andina.- ¿Es posible rastrear cuándo empezó a formarse un feminicida, como podría ser Gino Sandro Villegas Arévalo, que mató a su expareja de tres balazos? ¿A qué edad algunos hombres empiezan a creer que las mujeres le pertenecen? ¿Los feminicidios evidencian un problema de salud mental o solo un profundo machismo?
La Agencia Andina conversó con el psiquiatra Rolando Pomalima, director del Area de Niños y Adolescentes del Instituto Nacional de Salud Mental, quien detalló algunos aspectos claves que son el caldo de cultivo para que la violencia aparezca como único mecanismo de solución de los problemas de pareja. A continuación los detallamos:
-Modelos de crianza: El experto señaló que desde muy pequeños aprendemos maneras de enfrentar y estar en el mundo. Generalmente nuestros padres nos ofrecen esta información (“Tu padre es el que manda en esta casa”, entre otras frases), modelos que van formando de forma indirecta las creencias de los hijos.
Hay patrones que son represivos, sin espacio para el diálogo ni para la discusión de ideas, solo para el castigo o para acatar lo que dice quién manda. “Los feminicidas obedecen a este tipo de crianza, pero no es suficiente para que terminen matando a sus parejas. Es un problema multifactorial”, dijo.
-Pensamiento machista. El machismo busca el poder. “Es un modo de pensamiento adquirido culturalmente. Las personas mayores hemos vivido un mundo machista. Mi papá y mi mamá lo eran. En casa escuchábamos que los varones podíamos ir a una fiesta, pero mi hermana no, porque era mujer. Tenemos una currícula oculta que es la machista”.
“Hace poco tuve en consulta privada a un joven de 15 años, por problemas de conducta. La madre le preguntaba ¿por qué te portas así conmigo, me insultas? El chico le respondió ‘yo te trato como te trata mi papá’. Y es que hay una conducta de modelaje aprendido que persiste en la actualidad y se observa a todo nivel. El joven era de un nivel socioeconómico alto. Hay que sensibilizar de forma permanente a los varones sobre la equidad de roles en todo”.
-Falta de apego seguro. La teoría del apego habla del vínculo entre los seres humanos, desde que son muy pequeños. Es la relación que se forma entre un recién nacido (y avanza con el tiempo) con sus cuidadores, en este caso, sus padres. Ellos le brindarán una sensación de seguridad, de ser querido, cuidado.
“Los jóvenes que han tenido un apego seguro se adaptan mejor a los cambios y tienen conductas asertivas. Los niños con falta de apego o apego desorganizado pueden tener conductas orientadas a obtener el poder o, por el contrario, colocarse en una situación de sumisión”.
Algunos hombres criados sin apego pueden ser muy tímidos “y buscan proyectar poder como mecanismos de defensa”. No se rigen por las normas de la familia, porque sienten que no pertenezcan a ella.
-Conductas sobreprotectoras. Ocurre cuando los padres no dejan que sus hijos desarrollen un pensamiento propio, buscan que hagan solo lo que ellos indican. Les solucionan los problemas permanentemente y no los dejan experimentar, equivocarse o crecer.
“Este tipo de conductas crean personas muy tímidas o sumisas, generalmente mujeres. En los hombres impide el desarrollar de habilidades sociales. Terminan sintiéndose atraídos por personas violentas. El modo en que criamos a nuestros hijos es cómo los programamos para la vida”, anotó.
-Autoestima baja. Muchos agresores de mujeres posiblemente tengan baja autoestima, manifestó el doctor Pomalima.
“Sienten que no han sido valorados ni escuchados por sus padres. No controlan sus impulsos y pueden llegar a asesinar casi sin darse cuenta. Poseen un sentimiento de inferioridad (disfrazada de poder y autoritarismo) porque no tienen un adecuado autoconcepto, reforzados por su entorno más cercano. No tienen claro cuáles son sus fortalezas y debilidades. Actúan la mayoría de las veces de manera impulsiva”.
-Salud mental. Algunos feminicidas tienen además problemas de salud mental, pero no todos. “Hay personas muy impulsivas que padecen el trastorno de déficit de atención, trastornos de personalidad o tienen una estructura de persona antisocial, bordeline, que favorece el consumo de alcohol o sustancias que fomentan la impulsividad”.
El experto refirió que, si bien el padecimiento de una enfermedad mental puede estar presente en un caso de feminicidio, no es determinante para ejercer violencia contra la pareja.
Al trastorno deben sumarse otros factores, porque las personas que padecen estos problemas pero tuvieron un buen apego familiar, reciben tratamiento y tienen un entorno saludable, no son violentas.
-Consumo de violencia. Para el doctor Pomalima, los medios de comunicación son otra fuente alimentadora de la violencia, sobre todo si hay una gran exposición a contenido agresivo.
“Muchos jóvenes encuentran modelos de conducta y de relacionarse con el mundo en los medios de comunicación. Igual pasa con el Internet, donde muchos niños y adolescentes tienen relación directa con juegos violentos o personas que ‘los orientan’ en temas de pornografía y otros aspectos negativos. Eso es muy frecuente y los padres de familia ni se dan cuenta”.
Manifestó que sociedades como la nuestra, violentas, favorecen la aparición de varones como los que en solo cinco días han asesinado a 9 mujeres en el país.
“La situación del entorno es fundamental: el familiar, escolar, social-cultural y los medios de comunicación. Debemos entender que hay un modelo sistémico, que va de lo extrafamiliar a lo intrafamiliar y luego al mundo individual. Esto no es casual”, indicó.