Salud en Casa.- Existe una estrecha relación entre envejecimiento y cáncer, pues a medida que aumenta la edad, aumenta también el riesgo de desarrollarlo; así los confirman los datos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, que revelan que las personas a partir de los 65 años tienen 11 veces más probabilidades de desarrollar cáncer en comparación con las de 25 a 44 años.
“La fisiopatología del envejecimiento hace que el paciente geriátrico tenga una complejidad mayor y diferente, tanto en su carga de enfermedades como en su respuesta a los medicamentos, ya que existe una pérdida de la capacidad de regenerar el organismo y disminuye la capacidad del cuerpo de poder arreglar estos errores, lo que en geriatría se llama fragilidad, que es uno de los principales marcadores de cómo una persona va a enfrentar cualquier diagnóstico, entre ellos el de cáncer”, señala la Dra. Rocío Quilodrán, jefa de la Unidad de Oncogeriatría del Instituto Oncológico FALP.
Tanto a nivel social y familiar como, incluso, individual, existe cierto sesgo en el ambiente que rodea a una persona mayor con cáncer, que se ve reflejado en la actitud que se adopta sobre la pertinencia o no de un determinado tratamiento, porque están demasiado frágiles para tolerar una patología de tal envergadura. Sin embargo, una completa evaluación geriátrica integral y oportuna es clave, porque en este paso se puede realizar una detección temprana de comorbilidades y síndromes geriátricos que entorpecen el éxito de un tratamiento.
La Dra. Rocío Quilodrán, explica que cuando se sabe que un paciente ya viene con determinadas características, esto permite hacer una intervención a tiempo y poder corregir algunas condiciones. Por ello resalta la importancia de tener una valoración geriátrica integral, que incluya aspectos médicos, mentales, funcionales y sociales, para saber no solo qué enfermedades tienen y cuántos medicamentos usan, sino también cómo está su ánimo, la memoria y su condición social, con qué apoyos contaban y, por supuesto, su capacidad funcional.
Si se interviene a tiempo, se puede mover hacia la robustez antes de llegar a la fragilidad, y se tendrá un paciente con más herramientas para enfrentar un proceso oncológico. Por ello, la edad nunca debería ser una limitante, jamás se debe asumir que una persona no es sujeto de terapia solo porque tiene muchos años.
En esa línea, para los pacientes de Perú que busquen atenderse en FALP, institución que siguiendo la línea de una medicina centrada en la persona y considerando la fragilidad, y donde se puede estimar cuál sería la toxicidad de ciertos esquemas de quimioterapia clásica para un paciente mayor, y en función de esto ajustar el porcentaje de esa quimioterapia o modificar los esquemas, o cuáles serían los riesgos de una cirugía o de hospitalización, pueden contactarse con la representante en Perú, para que derive el caso a la Unidad Internacional en Chile.
Para contactar a la representante de FALP en Perú, Cecilia Cerdeña al número 951 330 759 o a [email protected].