Salud en Casa- De acuerdo con el estudio “Prevalencia, cronicidad y características de dolor en Lima”, presentado por la Asociación Peruana para el Estudio del Dolor (ASPED), más de 3 millones de adultos de Lima Metropolitana sufren de dolor crónico y el 33.6%1 de ellos (más de un millón) no reciben ningún tipo de tratamiento.
El Dr. Enrique Orrillo, presidente de ASPED, indicó que estas cifras “brindan una idea más concreta sobre cuál es la situación del dolor crónico en el país y evidencian las carencias de nuestro sistema de salud que requieren urgente atención y priorización en la agenda pública del país”.
Entre los hallazgos de la investigación, se encontró también que la falta de un abordaje especializado es una de las principales barreras que enfrentan los pacientes peruanos para aliviar su dolor. Casi el 40%1 de ellos fueron tratados solo con AINEs (antiinflamatorios no esteroideos), medicamentos que “no deben usarse de manera prolongada, debido a que pueden agravar el dolor y causar serios efectos secundarios como el daño gastrointestinal y renal”, señaló el presidente de la ASPED.
El doctor Orrillo atribuye esto a la falta de formación de especialistas y el poco reconocimiento del dolor como una enfermedad en sí misma, por lo que resalta la necesidad de enfocar esfuerzos a mejorar el sistema de salud y a la formación académica especializada en dolor desde las universidades.
“Destinar recursos a la educación médica continua permitirá comprender el dolor como enfermedad, lo cual es esencial para desarrollar esquemas de tratamientos adecuados e integrales. Así mismo, asegurar el abastecimiento y el acceso a medicamentos innovadores que pueden hacer la verdadera diferencia en la calidad de vida de los pacientes”, señaló el experto.
La situación en el resto de Latinoamérica es similar a la existente en Perú. Por ello, como parte de los esfuerzos para atender esta problemática, representantes de 14 asociaciones de dolor de América Latina suscribieron la Declaración de Lima sobre Dolor Crónico, con el objetivo de generar conciencia sobre su clasificación como enfermedad en sí misma y el grave problema de salud pública que representa tanto en la región como en el país.
La declaración de Lima busca promover iniciativas que contribuyan a la formulación de soluciones sostenibles. Así, el documento insta a la participación articulada de gobiernos, asociaciones médicas, instituciones educativas y el sector privado para establecer un plan de trabajo que se mantenga a largo plazo.
Entre las propuestas de las asociaciones destacan:
“Los médicos nos reunimos con la finalidad de que el dolor se reconozca como una enfermedad. El dolor limita, en todos los aspectos, el desarrollo de la vida de los pacientes y, además, afecta sus relaciones interpersonales. Debemos tener calidad de vida en todo momento, y eso significa vivir sin dolor”3, concluyó el doctor Orrillo.