Agencia Andina.- Los padres de familia deben redoblar el control sobre los juguetes y dulces que compran para sus hijos por Halloween, dado que no solo acecha el peligro del contacto con el plomo sino que sean una vía de contagio del coronavirus, advirtió la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa).
El biólogo Elmer Quichiz Romero, titular de la Dirección de Control y Vigilancia de Digesa, recordó que los dulces deben contar con un Registro Sanitario, mientras que los artículos -como máscaras, calabazas, etc.- con una Autorización Sanitaria y un Registro Nacional.
En ambos casos, comentó, los productos deben contar con un empaque, de modo que puedan ser desinfectados externamente por un adulto antes ser abiertos y entregados a los niños.
Quichiz Romero refirió a la agencia Andina que existen estudios según los cuales el virus del covid-19 permanece varias horas e incluso días en superficies de plástico, madera, cartón o papel.
“Si los productos han sido tocados por personas con el virus en las manos, este se puede transportar. Si otra persona no hace la correcta desinfección antes de retirar el artículo de su empaque, corre el riesgo de que también quede el virus en sus manos. Si no se lava las manos, hay un riesgo de que se toque la cara, los ojos, la boca, la nariz y el virus pueda ingresar a su cuerpo”.
De esta manera, dijo el experto, una máscara, un disfraz, una calabaza u otro artículo que suele ser usado en Halloween podría convertirse en un medio de transporte del agente viral y por eso la recomendación de Digesa va dirigida a los padres de familia, que son los compradores.
En cuanto a los lugares de compra, Quichiz señaló que deben ser en tiendas o locales formales donde se suele respetar las medidas de bioseguridad y además entregan comprobantes de pago, que es una garantía y permite reclamar si pasara algo con el producto.
“No recomendamos que compren de manera ambulatoria porque allí (el producto) es tocado por muchas personas y en la superficie de estos productos, que muchos ni siquiera tienen empaque, pueden quedar los virus. Eso puede ser transmitido a otras personas”.
El directivo de Digesa recomendó a los padres evitar exponer a sus hijos al coronavirus bajo el pretexto de esta celebración y aconsejó más bien a las familias quedarse en casa leyendo cuentos o historias de terror, jugando o quizá compartiendo los dulces o chocolates comprados para dicha ocasión.
¡Cuidado con el plomo!
Además del riesgo de contagio por coronavirus, los juguetes que se ofrecen por estas fechas tienen otro componente peligroso para los niños: el plomo, metal pesado considerado como una de las 10 sustancias químicas más dañinas para el ser humano, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Cuando se desprende la pintura, queda impregnada en las manos de los niños, y como los pequeños no tienen la costumbre de lavarse las manos porque están jugando, esa pintura se la llevan a la boca; entonces van a ingerir también el plomo”, advierte.
El daño provocado en los niños puede ser inmediato y se manifiesta a través de una intoxicación si son alérgicos, o una reacción a la piel si son muy sensibles. De otro modo, se acumulará en el organismo afectando el sistema nervioso.
Según la OMS, la discapacidad intelectual también es ocasionada por el contacto con el plomo y, según explica Quichiz, esto se debe a que afecta el sistema nervioso, por lo que el niño puede presentar retardo en el aprendizaje y en el crecimiento.
“Muchas veces se piensa que el niño no aprende porque no quiere y no es así; si se le hace un estudio de sangre o búsqueda de plomo, puede que esté contaminado. Desde muy pequeños les damos juguetes o sonajas y el niño a esa edad tiende a llevarse todo a la boca”, sostiene.
Además, la exposición al plomo también puede causar anemia, hipertensión, disfunción renal, inmunotoxicidad y toxicidad reproductiva. Se cree que los efectos neurológicos y conductuales asociados al plomo son irreversibles.
Además de las pinturas usadas en los juguetes, el plomo también se puede ser encontrado en las baterías de los carros, en las pinturas de las paredes de las casas, colegios, nidos, o muchas veces de forma natural en el suelo.
¿Cómo reconocer el plomo?
Para reconocer la presencia del plomo en las pinturas de los juguetes, el biólogo establece cuatro indicadores a evaluar: el desprendimiento de la pintura, el olor fuerte, los colores brillantes y el precio de venta.
“Ni siquiera es necesario pasar el dedo (por el juguete), menos ahora que estamos en pandemia. Si hay desprendimiento de la pintura, ese ya es un indicador de que esa es una pintura industrial, barata, fabricada con plomo, cadmio omercurio”, advierte.
Sobre el precio, precisa que “un juguete que está creado con pinturas buenas, que no se desprenden, tienen un precio más elevado en el mercado”.