Agencia Andina.- La alimentación y el abrigo son esenciales para que un bebé sobreviva, pero igual de importantes son el afecto y el contacto físico, a fin de construir los vínculos que le permitan crecer con seguridad. De eso se trata el apego, fundamental para tener una infancia sana y una adultez plena. Aprenda aquí cómo aplicarla de forma eficaz.
Rodolfo Pomalima, director ejecutivo del área de Niños y Adolescentes del Instituto Nacional de Salud Mental, explicó que los apegos son de varios tipos y se dan a lo largo de toda nuestra vida con las personas más cercanas.
Sin embargo, pone énfasis en el valor del primer apego, desarrollado apenas nacemos, el cual determina en gran medida cómo será nuestra infanciia e, incluso, la adultez.
“Todo empieza, incluso, antes del parto, en lo que se llama apego prenatal, evitando el estrés de la madre para que el bebé no se contamine por el exceso de cortisol. Una vez fuera de la madre, debe entenderse que el cerebro del niño está muy poco desarrollado, está muy inmaduro y necesita de sus cuidadores para sobrevivir”, afirmó durante el programa Saludable Mente de Andina Canal On Line.
Detalló que en esa etapa el niño responde a los estímulos de sus necesidades. Si llora en las noches es porque necesita algo.
“Los padres son los llamados a desarrollar un apego seguro que le sirva (al bebé) para regular su situación afectiva, sus miedos y temores. Muchos padres, dicen yo lo cuido, lo quiero ¿qué miedo podría tener? Pero no olvidemos que ese niño no conoce nada”.
El apego seguro, dijo, se desarrolla con máximo tres a cinco personas, quienes de manera constante o permanente estarán alrededor del bebé.
"No hablamos de la abuela que viene de vez en cuando, la tía que aparece de la nada. Son la mamá, el papá y hasta una niñera bien sensibilizada que puede reemplazar, incluso, a la madre que por diversas razones no puede dar un apego seguro. Pero tiene que ser constante”.
El psiquiatra infantil manifestó que cuando un niño tiene apego seguro está libre de estrés y eso le permite explorar su ambiente con tranquilidad, alejarse poco a poco, jugar, pero seguir pendiente de su mamá.
¿Solo caricias?
Para el experto los primeros cinco años de vida son claves para el desarrollo de cada persona.
La cuidadora o cuidador deben crear un lazo afectivo con el bebé, mostrarse sensible y atento a sus necesidades y saber “leer” sus movimientos, emociones, llantos. Mostrarse empático a su crecimiento y experimentaciones. Alentarlo a que descubra el mundo.
“No basta con vestir al bebé, darle de comer; hay que estar pendientes de él, tener una relación cariñosa, cálida, mirarlos, conversar con ellos, tocarlos, jugar”.
Advirtió que no se debe dejar llorar a los bebés por mucho tiempo y menos golpearlos, porque eso daña su sistema nervioso y los llena de estrés.
El director ejecutivo del área de Niños y Adolescentes del INSM detalló que lamentablemente cuando los padres no desarrollan un buen vínculo desde la primera infancia, exponen a sus hijos a una serie de problemas que se harán evidentes a medida que crezcan.
“Los apegos inseguros pueden ser de tipo evitante, ambivalente o ansioso y el peor: el apego desorganizado”, señaló durante el programa.
No confiarán en nadie
El apego de tipo evitativo se caracteriza por cuidadores que no están muy pendientes del niño. Están cerca pero solo cuando necesitan algo o lloran. Cargan al bebé, pero luego lo dejan.
“El niño piensa que si no puede tener esta figura siempre para él, entonces mejor la evitar. Serán personas desconfiadas, que no quieren estar con la gente, que no se comprometen”.
De otro lado, el apego ambivalente o ansioso nace de madres que, por su situación emocional o diversas problemáticas en la vida, están muy tensas. “El niño va a copiar ese modelo de condición ambivalente o ansiosa y a larga van a ser chicos muy temerosos, dubitativos en todas las cosas”.
Indicó que el apego desorganizado, el peor de todos y lo experimenta apenas el 5% de la población.
“Es el peor porque son padres y madres que se vinculan golpeando, maltratando a los niños muy pequeños. Les gritan y ellos no saben qué hacer. No saben cómo acercarse a los padres porque pueden recibir una cachetada, un grito. Es un vínculo desorganizado. Serán quienes tendrán después serias complicaciones en su salud mental”.
Advirtió que los de este último grupo tendrán casos de borderline, consumo de sustancias adictivas, trastornos de conductas alimentarias y hasta problemas con la ley, se convertirán en antisociales. Son niños que no tienen responsabilidad de lo que son.
“De acuerdo con las investigaciones internacionales el 55% de las personas hemos tenido un apego seguro. Lamentablemente, en el país esta cifra podría ser menor debido a patrones culturales que permiten la violencia, al machismo y el abuso físico, que son muy constantes”.
La buena noticia es que pese a lo desastrosos que pueden ser los casos de apego inseguro, pueden revertirse, afirmó el experto, con cuidadores que ofrezcan grandes dosis de afecto, cariño y buen trato.
“Si en algún momento tuvimos apegos inseguros, el buen trato continuo que podemos tener de otras personas, de nuestras parejas, de nuestros colegas pueden transformar estos apegos inseguros a seguros. La personalidad es moldeable, pero esos vínculos sanos deben ser constantes”, refirió.