Por : Oscar Chumpitaz
Diario La República.-Los acosadores sexuales o personas obsesivas se suelen beneficiar de sus posiciones de poder; pueden ser maestros, jefes, padres, amigos, esposos o desempeñar cualquier rol en el que tengan autoridad. El caso de Carlos Hualpa demuestra cómo buscan controlar a quienes se encuentran bajo su yugo y dañar a quien se resiste.
“El agresor es el típico machista, pero con características psicopáticas. Son personas que consideran que las mujeres les pertenecen y deben acceder obedientemente a sus requerimientos sin ninguna otra opción o serán castigadas por no hacerlo”, dice el médico psiquiatra Carlos Bromley, director de Salud Mental del Ministerio de Salud.
Bromley señala que “estos sujetos forman su personalidad en escenarios disfuncionales, crecen convenciéndose de que pueden hacer lo que quieran, sin tener en cuenta a los demás, y que por encima de otros están ellos mismos y que todos deben estar para complacerlos; más aún las mujeres, quienes al pertenecerles, no deben rechazarlos, y cuando esto no ocurre así, actúan con rencor y venganza a través de hechos crueles y fatales”.
La expresión “solo quería desfigurarla, tenía que darle un escarmiento”, “solo quería echarle en la cara, pero el bus se movió”, pone de manifiesto una convicción de sentirse dueño de la joven que quemó” (Eyvi Ágreda), anota.
Explica que el asumir su delito y justificarlo como un castigo por rechazarlo, evidencia su machismo cruel porque considera que las mujeres son personas sin derechos.
“No acepta un ‘no’ como respuesta a sus requerimientos y más bien es reiterativo en someter a la mujer que desea, aun a costa de causarle un daño para toda su vida”, refiere el psiquiatra en diálogo con La República.
Sus pensamientos estaban direccionados a obtener tarde o temprano, y de cualquier modo, a la mujer que pretendía, anota Bromley.