Por Luis Iparraguirre
Agencia Andina.-Adolescentes y jóvenes mujeres de 12 a 24 años son las principales víctimas en el Perú de la trata de personas, un delito que se ha expandido como un cáncer en todo el mundo y que es considerado la exclavitud de los tiempos modernos.
Al celebrarse hoy, 23 de setiembre, el día central del mes de la Lucha Contra la Trata de Personas, el Ministerio Público reveló que solo en lo que va del 2019 se reportaron 563 víctimas, aunque, como en todo, se cree que hay un subregistro y que el número es mayor.
Del total mencionado, 181 víctimas tiene de 12 a 17 años y otras 220 víctimas de 18 a 24 años. Desde el 2016 hasta hoy, el Ministerio Público tiene información de 3,709 casos de víctimas.
Pero la trata de personas tiene rostro de mujer y eso se evidencia también en las estadísticas proporcionadas a la agencia Andina: el 70% de las víctimas son mujeres y el 30% varones.
El doctor Jorge Chávez Cotrina, fiscal superior y coordinador nacional de las Fiscalías contra el Crimen Organizado y la Trata de Personas, explica a la Agencia Andina que "las victimas de trata, por su condición de esclavitud, no pueden denunciar su situación, son víctimas silenciosas".
"Por ello tenemos un trabajo coordinado con la Policía Nacional, que se encarga de recoger información y establecer dónde se está produciéndose este delito, y es allí donde nosotros actuamos”.
El problema de la trata de personas –agrega- es que trae delitos conexos. La trata empieza con la captación y termina cuando el tratante le entrega la víctima al explotador y allí empiezan otros delitos: la explotación sexual, la servidumbre, etc., lo que suele confundirse con la trata.
"Por eso, cuando hablamos de trata, hablamos de dos delitos y allí las penas se pueden sumar hasta llegar a los 35 años de pena privativa de la libertad para este delito que es una forma moderna de esclavitud”, subraya Chávez Cotrina.
La trata de personas es la segunda actividad ilícita más lucrativa de Iberoamérica, superado solo por el narcotráfico, según el Programa de Asistencia contra el Crimen Transnacional Organizado, de la Unión Europea y América Latina.
La explotación laboral, la mendicidad y la venta de órganos forman parte de este flagelo que ve al ser humano como objeto de compra, venta o alquiler. Pero por encima de todo, la explotación sexual representa la principal actividad de este ilícito, por ello las niñas, adolescentes y jóvenes suelen quedar traumadas y les resulta tenebrosa la sola presencia de un hombre.
Esto se tiene claro cuando la prensa visitó el albergue de acogida de menores víctimas de este delito Virgen Natividad del Cusco, que administra la Beneficencia Pública. A todos se nos advirtió que “a las niñas no hay que abrazarlas, ni besarlas en las mejillas, ni darles la mano cuando se les salude. Y si eres hombre, peor aún. Salúdenlas solo con un ‘hola’ y listo”.
En el país la trata va de la mano con la tercera actividad más lucrativa de Iberoamérica: la minería ilegal. Y es que en cada draga donde opera este delito se instalan campamentos itinerantes donde la venta de alcohol, drogas y la prostitución están a la orden del día. Y al estar en continua mudanza, resulta difícil concebir planes de intervención.
Labor del Ministerio de la Mujer
Dado que el 70% de víctimas de trata son mujeres y cerca de la mitad niñas y niños, hablamos con la ministra de la Mujer, Gloria Montenegro, cuyo ministerio cuenta con la Unidad de Protección Especial (UPE), dedicada a brindar atención a las niñas, niños y adolescentes en situación de riesgo o desprotección familiar.
“La UPE trabaja con mucho entusiasmo, con mucho compromiso social y con mucha responsabilidad a nivel nacional, y sobretodo, promoviendo la prevención. Ahora tenemos redes de acción preventiva que se articulan con la Policía, el Ministerio Público, con el Poder Judicial y con la comunidad organizada”, resaltó.
“Estamos también con los niños y niñas migrantes que forman parte también de la población vulnerable, para ver cómo están y cómo podemos mejorar su calidad de vida. Todo esto por una política que no ve fronteras ni banderas políticas”, finalizó la ministra al visitar con los periodistas la casa de acogida del Cusco.
No solo es complejo la identificación de este delito, también lo es la resocialización y protección de las víctimas rescatadas. Para ello, las casas de acogida, albergues, personal médico especializado en salud mental y fiscales especializados en la investigación y persecución de estos criminales, son parte fundamental de un país que aún tiene mucho por hacer frente a este flagelo.