Salud en Casa.- La sal y el azúcar son dos ingredientes comunes y generalmente, presentes en nuestra dieta alimenticia. Consumirlos sin ningún tipo de control o en exceso, pueden alterar el funcionamiento del sistema circulatorio y originar la aparición de una serie de males y afectar nuestra salud.
Para llevar una vida saludable, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que un adulto, en promedio, su dieta deba contener un máximo de 5 gramos de sal al día (menos a media cucharadita) y el azúcar no exceder los 25 gramos (cerca de cuatro cucharaditas). Recomendaciones que en la práctica son superadas entre dos a cuatros veces, debido a diversos factores.
Iván Gutiérrez Romero, cirujano vascular y flebólogo (especialista en venas), explica que si bien la sal es necesaria en el organismo, se debe controlar su consumo. Para ello, los riñones cumplen, entre otras funciones, controlar la cantidad necesaria. Si existe un exceso y no puede no ser expulsada, se acumula en la sangre. De modo que originaría una retención de líquidos, y por consiguiente puede alterar el funcionamiento del sistema circulatorio, poniendo en riesgo el corazón y los vasos sanguíneos.
“El consumo excesivo de sal eleva la presión arterial. De allí se desencadenan enfermedades como la hipertensión, infartos, males renales, problemas cardiovasculares y cerebrovasculares. Una situación que se agrava si la persona tiene una vida sedentaria y no desarrolla actividad física de forma regular”, advierte el Director de la clínica Flebocenter.
Con respecto al consumo del azúcar, no solamente es de forma directa cuando endulzamos una bebida. También está presente cuando ingerimos alimentos como arroz, harinas o papas, estos productos se transforman en glucosa en el cuerpo y es asimilado como azúcar.
El especialista asegura que consumir azúcar o alimentos que derivan en este ingrediente en exceso, provocaría variaciones en el recorrido de la sangre debido a que inflamaría la pared interna de los vasos sanguíneos. Una situación que puede conducir a la aparición de fuertes dolencias, pérdida progresiva de las fuerzas y debilidad tanto en los brazos como en las piernas.
Cabe mencionar que en nuestro país más del 80% de jóvenes no realiza actividad física y los problemas circulatorios que antes aparecían después de los 40 años, en la actualidad se presentan alrededor de los 20 años.